sábado, 31 de mayo de 2014

El Psicoanálisis y el Fraude- Fraudes de Freud V- El hombre de los lobos o el hombre de los perros huski-Primera parte

El hombre de los lobos (Mascota Oficial del Psicoanálisis).


Paciente: Serguei Constantinovitch Pankejeff.
Terapeuta: Leonid Drosnes, Sigmund Freud, Ruth Mack Brunswick, Kurt Eissler, Wilhelm Solms-Rodelheim, etc.
Aflicción: Depresión.
Terapia empleada: Psicoanálisis eterno (60 años de terapia).
Resultado: Agravamiento, dependencia, decenas de años perdidos.

Resumen: El hombre de los lobos, Serguei Pankejeff, pasó por  varios analistas, durante unos 60 años, sin curarse nunca, mientras todos afirmaban lo contrario.

Seguei Pankejeff era un millonario ruso, cuyo padre y hermana se habían suicidado. Había sido tratado por síntomas maniaco-depresivos por el psiquiatra Kraeppelin antes de iniciar su “carrera” como paciente analítico,  que comienza en 1909, con Drosnes; continúa con Freud entre 1910 y 1914, y luego en 1926-27; para seguir con Ruth Mack Bruns­wick en 1927 y 1938; para terminar con Kurt Eissler y Wilhelm Solms-Rodelheim –entre otros- desde 1956 hasta su muerte. Presumiblemente, todos lo curaron una y otra vez.

El Hombre de los Lobos es otro de los “Grandes Casos del Psicoanálisis”, cuyo informe, “De la historia de una neurosis infantil” (1918) merece hasta hoy comentarios, exégesis y alabanzas por parte de los psicoanalistas.
Ernest Jones refiere, maravillado, que

Esta observación es sin lugar a dudas la mejor de la serie. Freud estaba entonces en plena forma, y era dueño por entero de su técnica”.

Strachey es igualmente cómplice, y nos dice que el caso es:

 “…el más documentado y sin ninguna duda el más  importante de todos los casos históricos de Freud”.

Muriel Gardiner, quien publicara las “Memorias del Hombre de los Lobos” (1971), confirma, exultante:

“El hombre de los Lobos está convencido de que sin el Psicoanálisis él habría sido condenado a una vida miserable”.

Para Freud, el caso fue otro incomparable éxito:

“Sólo cuando en la cura analítica consiguió soltar ese encadenamiento a la homosexualidad pudo mejorar el estado de cosas, y fue harto asombroso vivenciar cómo -sin indicación directa del médico- cada fragmento liberado de la libido homosexual buscaba emplearse en la vida y adherirse a los grandes asuntos comunes de la humanidad.” (“De la historia de una neurosis infantil”, 1918 –siempre se citará este texto, a continuación).

Y aunque lo había curado completamente, el paciente volvió años después y… ¡Freud lo curó completamente de nuevo!

“…desde ese momento, el paciente, a quien la guerra privó de su patria, de su fortuna y de todos sus vínculos familiares, se sintió normal y tuvo un comportamiento intachable. Acaso justamente su miseria, por la satisfacción de su sentimiento de culpa, contribuyó a afianzar su restablecimiento”.

Como vimos anteriormente, la historia es cruel con el Psicoanálisis, y este caso no es la excepción.

Los lectores pueden tener al menos el convencimiento de que sólo informo lo que se me ofreció como vivencia independiente, no influida por mi expectativa”.

Así comienza Freud su relato del caso, aunque desde el inicio advirtió al paciente –y a sus lectores- que el tratamiento estaría limitado forzosa y arbitrariamente a 4 años, expectativa que no entendemos cómo puede no haber influido. Más adelante en el texto se hallan numerosas frases que comprometen esta promesa inicial de objetividad:

“El conocimiento de su desarrollo sexual anterior al sueño nos posibilita llenar las lagunas de este y esclarecer la mudanza de la satisfacción en angustia”.

“He aquí lo único que yo quiero decir: escenas como las de mi paciente, de una época tan temprana y de semejante contenido, que luego reclaman una significatividad (sic) tan extraordinaria para la historia del caso, no son por lo general reproducidas como recuerdos, sino que es preciso colegirlas -construirlas- paso a paso y laboriosamente a partir de una suma de indicaciones

“El paciente aceptó este acto final construido por mí y pareció corroborarlo mediante una «formación de síntoma pasajera»”.

“… hizo necesario un prolongadísimo trabajo de preparación y educación que dificultó la visión panorámica.”

“Sus lagunas fueron llenadas por el análisis de una manera que merece el título de intachable…”

Aparentemente, la terapia no fue fácil:

“Toda vez que ante las dificultades de la cura se refugiaba en la trasferencia, amenazaba con devorar y luego con toda clase de otros maltratos posibles… “

El relato es particularmente desastroso y como es habitual en Freud no faltan las contradicciones –el paciente se asustaba cuando azotaban caballos o… azotaba caballos)- e incluso estas contradicciones llegan a afectar la terapia:

“También en el tratamiento analítico se comportaba de igual modo, desarrollando una «reacción negativa» pasajera; tras cada solución terminante, intentaba por breve lapso negar su efecto mediante un empeoramiento del síntoma solucionado.”

Es singular que el trauma solucionado empeore, pero aparentemente ese es uno de los magníficos resultados del Psicoanálisis.
Inexplicablemente, y entre varias minucias que recuerdan el parloteo casual de las ancianas, Freud nos relata esta historia:

“Otra vez que iban en coche se le voló el sombrero (a la niñera), para gran satisfacción de los hermanitos. Esto apuntaba al complejo de castración…”

El grado de arbitrariedad aumenta con el correr de de las páginas. Por ejemplo, sobre las fantasías, Freud no duda en extender las ocurrencias de su paciente a todos los hombres, y a todas las épocas:

“…esas fantasías correspondían exactamente a la formación de sagas mediante las cuales una nación después grande y orgullosa procura esconder sus insignificantes e infortunados comienzos…

“…en la prehistoria de la humanidad era sin duda el padre quien ejecutaba la castración como castigo, atemperándola más tarde en circuncisión (?).”

O estas explicaciones:

“Mediante la exhibición de su conducta díscola quería obligar al padre a aplicarle correctivos y pegarle, recibiendo así de él la anhelada satisfacción sexual masoquista.”

Pero el núcleo del relato es sin lugar a dudas el sueño de los lobos, que da nombre al paciente:

"De repente, la ventana se abre sola y veo con gran terror que sobre el nogal grande frente a la ventana están sentados unos cuantos lobos blancos. Eran seis o siete. Los lobos eran totalmente blancos y parecían más bien como unos zorros o perros ovejeros, pues tenían grandes rabos como zorros y sus orejas tiesas como de perros al acecho. Presa de gran angustia, evidentemente de ser devorado por los lobos, rompo a gritar y despierto”.
Cuadro pintado por Serguei, en el que se muestran 5 perros.
Freud señalará todo el tiempo que son lobos, y se entretiene largamente explicando el simbolismo de los lobos, los cuentos infantiles como “El lobo y los 7 cabritos”, o “Caperucita roja”, etc.  El paciente, años más tarde, referiría que se trataban de perros de trineo, raza husky.
Pero a Freud le convenían los lobos. Nos dice que los lobos tienen un gran rabo porque simbolizan la castración (lo ideal sería que no tuvieran rabo, pero Freud a esto lo llama “sobrecompensación”, y da el resultado que él quiere).
Por cierto, los lobos significan, sucesiva o simultáneamente: lobos, la castración, el padre, el padre y la madre, perros ovejeros, árboles blancos, ropa interior blanca, sábanas blancas, la muerte,  e incluso la hora del suceso: son 5 lobos (en el dibujo), por lo tanto la escena primordial ocurrió a las 5... (Otro dato que avala este descubrimiento es que el paciente vio una mariposa, que al abrir las alas formaba la letra V, es decir, 5, según la numeración romana –aunque también podían ser piernas abiertas, y las protuberancias de las alas serían genitales (?).
Anaxágoras decía que todo estaba en todo, y que el pan contenía una pequeña cantidad de oro, así como el oro contenía una pequeña cantidad de pan. Freud es una especie de Anaxágoras psíquico, que halla todas las cosas en un lobo, un caballo, o una rata.

Veamos la fácil explicación de por qué el padre se transforma en lobo:

“… cuando ese padre, más tarde severo, solía jugar con su hijito y mimarlo, bien pudo pronunciar más de una vez la amenaza en broma: "Te como".

Y, más adelante:

“…y el sueño culminó en que le sobrevino angustia de ser devorado por el lobo (probablemente el padre)…”

Ciertamente, la explicación global del sueño es que éste representaba una escena vista –o fantaseada- por el paciente al año y medio de edad, que consistía en sus padres teniendo sexo, como perros (doggystyle, en el léxico del porno).
Como Freud necesita que los Lobos –que eran perros- se muevan, para darle credibilidad a su interpretación, nos regala este sofisma llamado la “inversión”:

“Entonces, en lugar de inmovilidad (los lobos estaban ahí sentados sin moverse, lo miraban, pero no se meneaban) querría decir: violentísimo movimiento.”

E implica la incontestable homosexualidad incestuosa del paciente:

“… es el reflejo del progreso del pensamiento en el curso de la formación del sueño: añoranza de satisfacción sexual por el padre-intelección de que ella está condicionada a la castración-angustia ante el padre. Opino que sólo ahora ha quedado esclarecido en todas sus partes el sueño de angustia de este niño de cuatro años.”

Su expresión, «ser comido por el lobo», no era más que una trasposición regresiva, como luego veremos del deseo de ser poseído sexualmente por el padre, vale decir, de ser satisfecho del mismo modo que la madre.”
Meme de la foca homofóbica.
La homosexualidad parece ser el diagnóstico preferido de Freud. Se lo adjudica a Schreber (paciente que nunca vio), al Pequeño Hans (al que vio dos veces), al Hombre de Las Ratas, a sus enemigos, como Fliess o Jung, e incluso a sí mismo, para explicar su amistad con Fliess (aunque él, obviamente, habría “sublimado” sus tendencias).

En sucesivas páginas Freud nos habla de los excrementos, empleando la voz infantil “caca”, todo el tiempo. Como es sabido, los excrementos son para los analistas equivalentes a los niños, al dinero, y a los penes, aunque ciertamente muestran predilección sólo por los dos últimos ítems. Freud nos habla de cómo curó la constipación del paciente, no sin antes brindarnos una de las más imaginativas explicaciones que pueden existir para este fenómeno:

“Entonces las perturbaciones en la función de esa zona habían cobrado el significado de unas mociones de ternura femenina, y lo conservaron también durante la enfermedad posterior.”

Otro hecho relevante es que hubiera orinado mientras una criada, de nombre Grusha, fregaba el piso en cuatro patas. Freud supone que acaso fue amenazado con la castración, algo que el paciente confirmaría, veamos cómo:

«Confirmó la relación entre la escena de Gruscha y la amenaza de castra­ción por medio de un sueño particularmente significativo, cuya traducción él mismo pudo comprender:
•Dijo: -"He soñado que un hombre le arrancaba las alas a una Espe".
»—¿"Espe", hube de preguntarle, qué entiende usted por esto?
»—"Bueno, ese insecto con rayas rojas en el cuerpo y que puede picar. Debe ser una alusión a Gruscha, la pera rayada de amarillo."
»—"Quiere usted decir una Wespe", pude corregirle.
»—"¿Se dice Wespe? Creía verdaderamente que se decía Espe." (Se servía, como tantos otros, del hecho de que era extranjero para disimular actos sin­tomáticos). Pero Espe, soy yo, S.P. (eran las iniciales de su nombre)."
»La Espe es naturalmente una Wespe mutilada. El sueño dice claramente que se vengaba sobre Gruscha de su amenaza de castración».

Grusha, en ruso, significaba “pera”, y los errores que un ruso cometa hablando alemán, son significativos. Los lectores que estudien idiomas pueden tratar de convencer a sus profesores de esto, ante cada examen reprobado (vale también para otras materias).
Corresponde que advierta que los posteriores párrafos pueden herir la sensibilidad del lector, aún si el lector fuera un coprófago consumado o un entusiasta necrofílico.
Freud comienza explicándonos que la “caca es el primer regalo” que dan los niños a sus allegados; nos advierte que el “grumus merdae”, la rara costumbre de defecar en el lugar del crimen que tienen algunos asaltantes, es una “burla y un resarcimiento”, etc. De este significado de “regalo”, viene que la “caca” sea también un niño, y el dinero.
Luego nos dice que la dura “columna de heces” es, por supuesto, un pene, que procura satisfacción sexual al constipado paciente. Como el paciente necesitara lavativas, Freud lo elucida todo así:

“…se ha identificado con la madre; el hombre (asistente) hace el papel del padre, la enema repite el acto de la cópula, como fruto de la cual nace el hijo-caca nuevamente.”

Y esto, que es incalificable:

“Él desea regresar al seno materno, pero no simplemente para renacer, sino para ser alcanzado ahí por el padre en el coito, para recibir de él la satisfacción, para parirle un hijo”.

Lo pondré en lenguaje directo: Freud nos dice que un niño de 3 a 5 años desea regresar al útero para que su padre, al penetrar vaginalmente a su madre, lo penetre analmente. Había advertido que la imagen era desagradable.
A serbian film, la comedia favorita de los psicoanalistas.
Como es costumbre, Freud se toma un párrafo para extender el hecho a toda la humanidad:

“Creo que desde este ejemplo se echa luz sobre el sentido y el origen de las fantasías de regreso al seno materno y de renacimiento. La primera surge a menudo, como en nuestro caso, de la ligazón con el padre. Uno desea estar en el vientre de la madre para sustituirla en el coito, para ocupar su lugar frente al padre.”

La opinión del Hombre de los Lobos.

   A pesar del psicoanálisis y sus numerosas curaciones, Serguei Pankejeff vivió unos 80 años, siempre depresivo e inútil. Fue buscado concienzudamente por Karin Obholzer, quien lo entrevistó poco antes de su muerte. Vivía en Viena, y era mantenido por una pensión otorgada por Kurt Eissler, fundador y director de los Archivos Freud.
 Aunque los analistas que revoloteaban alrededor –de quienes dependía económicamente, en tanto se convirtió en una suerte de Mascota Oficial del Psicoanálisis- trataron de evitar el encuentro, Serguei accedió a la entrevista con Obholzer bajo la condición de que no se la publicara sino después de su muerte.

Así comienzan las charlas:

“Usted sabe, me siento tan mal, he tenido tan terribles depresiones últimamente... Usted pensará probablemente que el psicoanálisis no me hizo ningún bien”.

Serguei consideraba la interpretación de Freud como “terriblemente traída por los pelos”; renegaba de la escena del coito de los padres, pues los niños, en Rusia, duermen con sus nodrizas,  y decía que los famosos y polisémicos lobos eran perros de trineo o huskies. Ignoraba toda referencia a Grusha; no tenía ningún interés especial –y mucho menos una obsesión- por las mujeres en 4 patas; argumentaba que su constipación nunca curó y que era el resultado de haber ingerido Calomel (cloruro de mercurio).

Por si quedaban dudas, se quejaba amargamente del Psicoanálisis:

 “En realidad, toda esta historia parece  una catástrofe. Estoy en el mismo estado que cuando fui a ver a Freud la primera vez, y Freud ya no  está”

Y de sus cultores:

 “Los  psicoanalistas son un problema, no hay ninguna duda en eso.”
                                        
En 1977 ingresó al Asilo de Viena, donde moriría un año después.

Fuentes:

Freud, Sigmund: Historia de una neurosis infantil, 1918.
Obholzer, Karin: Conversaciones con el Hombre de los Lobos, 1982.
Borch-Jacobsen, Mikkel y Shamdasani, Sonu: The Freud les: an inquiry into the history of psychoanalysis, 2012.

  Sulloway, Frank: Reassessing Freud's Case Histories,  1986.

Van Rillaer, Jacques: Las ilusiones del Psicoanálisis, 1980.




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