sábado, 31 de mayo de 2014

El Psicoanálisis y la Ciencia. Hipótesis Falsadas I. Sexualidad Infantil y Complejo de Edipo.

A menudo se pretende salvar al Psicoanálisis aduciendo que trata temas olvidados por la ciencia o que la ciencia no puede explicar (los sueños, los lapsus, la represión, etc). Esta lastimera objeción siempre acompañó a los religiosos, que pretenden refugiar a Dios en aquello que la ciencia aún no sabe con exactitud (el origen del universo o, en el pasado,  la diversidad de las especies,  por ejemplo).  

Es inútil por dos razones:

A- Es una falacia conocida como ad ignorantiam, consistente en afirmar la verdad o falsedad de una proposición aduciendo la falta de pruebas en su contra.
B- La ciencia sí tiene hipótesis que explican buena parte de los “misterios” de la mente, y a menudo son contrarias a las del Psicoanálisis.

Veamos qué hay en esos rincones oscuros en donde antes reinaba el Psicoanálisis:

1- La sexualidad infantil.
Este es el caso de un hecho que no merece nuevas explicaciones, porque simplemente no existe.
Si bien se ha hablado de sexualidad infantil tiempo antes de Freud, no hay estudios fiables al respecto -Freud, por ejemplo, se basaba en un caso (El Pequeño Hans), que fue psicoanalizado mayormente por correspondencia (Freud lo vio sólo dos veces).
Durante un tiempo circuló el Informe Kinsey (1948), verdadero hito en investigaciones sobre la sexualidad humana, que aún aparece como válido en la red. La verdad es que sus resultados son cuestionables, tanto por la selección de la muestra (pedófilos, prostitutas, población carcelaria, etc.) como por sus varias licencias en cuanto a método: filmar relaciones sexuales en su casa, promover el sexo entre sus colaboradores y encuestados, o procurarse tanta pornografía como para atraer la atención de la Aduana.
En el Informe Kinsey se habla de orgasmos en niños de 5 meses a 14 años. Ante las acusaciones de colaborar con pedófilos, Kinsey finalmente revelaría que su fuente era el Diario personal de Rex King, un laborioso pederasta que había acosado a más de 300 niños.


La fuente única, además de provenir de alguien claramente interesado en hallar la sexualidad en los niños, le resta todo valor a esta parte del Informe Kinsey.



Más metódico y menos depravado, el psicólogo C.W. Valentine había publicado en 1942 “La psicología de la primera infancia”, cuya conclusión, con respecto a la sexualidad infantil es:

  “… las ideas sobre la sexualidad infantil sean, en realidad (a) sugeridas por el mismo psicoanálisis, como el mismo Freud sospechó en ocasiones, o (b) entera o parcialmente interpretaciones del mismo paciente y/o exageraciones de sensaciones o impulsos relativamente leves, o (c) en gran parte ciertas pero sólo en unos cuantos casos anormales.”

Hoy en día sabemos que el hipotálamo, encargado en parte de la excitación sexual, es idéntico hasta los 4 años de edad, y luego comienza a desarrollarse paulatinamente. La hipófisis tampoco segrega las hormonas involucradas en la sexualidad, como la oxitocina y la vasopresina.

La OMS sigue sin dar resultados si se busca “sexualidad infantil” en su página…


Desde un punto biológico, no tiene ningún sentido un comportamiento sexual cuando el individuo no está preparado para procrear. A este respecto debe recordarse que la sexualidad  según Freud acompaña al niño desde el nacimiento.

En “Esquema de Psicoanálisis” (1938), Freud nos informa que:

“a. La vida sexual no comienza sólo con la pubertad, sino que se inicia enseguida después del nacimiento con nítidas exteriorizaciones”.
Y:
“b. Es necesario distinguir de manera tajante entre los conceptos de «sexual» y de «genital». El primero es el más extenso, e incluye muchas actividades que nada tienen que ver con los genitales”.

En este punto, simplemente no estamos hablando se “sexualidad” pues no hay razón alguna para llamar “sexualidad” al mero placer. Más adelante Freud insiste:

“Muy temprano, en el chupeteo en que el niño persevera obstinadamente se evidencia una necesidad de satisfacción que -si bien tiene por punto de partida la recepción de alimento y es incitada por esta- aspira a una ganancia de placer independiente de la nutrición, y que por eso puede y debe ser llamada sexual”.

¿Con qué fundamento? Ninguno. Para Freud tomar un helado es sexual.
Hablar de sexualidad infantil es tan lícito como hablar de lactancia senil.



2- El Complejo de Edipo.

Francamente, si no existe la sexualidad infantil no tiene mucho sentido desbaratar la hipótesis del Complejo de Edipo, en el cual la sexualidad es claramente lo que llamamos comúnmente sexualidad. Veamos lo que dice Freud al respecto:

En “Moisés y el monoteísmo”(1939):
“… el niño empezó a excitar con la mano su pequeño pene y a ensayar diversos ataques sexuales a su madre, identificándose con el padre, en cuyo lugar se ponía. Esto siguió hasta que al fin recibió de la madre la prohibición de tocarse el miembro y, además, oyó de ella la amenaza de que se lo diría al padre, quien, como castigo, le quitaría el miembro pecador”.

En “Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico” (1916), Freud nos confiesa:
“… este oscuro sentimiento de culpa brota del complejo de Edipo, es una reacción frente a los dos grandes propósitos delictivos, el de matar al padre y el de tener comercio sexual con la madre.”

Como vemos, en Freud se trata de sexo puro y duro, sin atenuantes o estructuralizaciones lacanizantes.

Para Lacan el Complejo de Edipo es algo mucho más complicado, pero igualmente ridículo:

Entre el niño y la madre se interpone el falo imaginario. La madre quiere el falo, y se sabe en falta –porque no lo tiene-; el niño, que es el falo de la madre, al mismo tiempo sabe que no “puede simplemente engañar el deseo de la madre con la semejanza imaginaria de un falo: tiene que presentar algo en lo real. Pero el órgano real de la criatura (sea varó o niña) es desesperadamente inadecuado” (recordemos que hablamos de un niño –o niña- de 3 a 5 años). Entonces llega el padre imaginario (hay dos padres), que trae la ley del padre, y se opone al deseo irracional de la madre, castrándola simbólicamente. Gran conmoción. Luego llega el padre real, con su falo real, y castra simbólicamente al niño, que se ve “liberado de la tarea imposible y provocadora de angustia de tener que ser el falo, cuando comprende que el padre lo tiene.
Todo este galimatías cósmico de falos y padres “debe entenderse con referencia a las estructuras clínicas y también a la cuestión de la sexualidad”.

Todo esto lo pueden encontrar en el “Diccionario Introductorio de Psicoanálisis Lacaniano” de Dylan Evans. Las partes citadas son de él.
Para que queden claras las referencias a la sexualidad, citemos de nuevo a Lacan: 

La relación sexual, no existe, pero eso no es tan evidente. No existe, salvo si es incestuosa. Es exactamente eso lo que avanzó Freud – no la hay, salvo la incestuosa, o asesina. El mito de Edipo  designa eso, que la única persona con la que se tienen deseos de acostarse, es la madre, y en cuanto al  padre, se le mata.” (En “La estafa psicoanalítica”, Ornicar, 1979).

Klein, es más imaginativa y nos regala a todos esta maravilla:

La frustración del seno materno lleva a los niños como a las niñas a evitarlo, y estimula en ellos el deseo de una satisfacción oral asegurada por el pene del padre. (…) Los deseos genitales por el pene del  padre, que se mezclan con los deseos orales, son el fundamento de los estadios precoces del complejo  de Edipo positivo en la niña, invertido en el niño”.  
(Ensayos sobre Psicoanálisis, 1948)

En “Psicoanálisis”, Freud nos explica que el Complejo de Edipo es central en su teoría, además de explicar todas las cosas:

“La situación de conflicto más importante que el niño tiene que resolver es la de la relación con los padres, el complejo de Edipo. (…) De reacciones contra las reivindicaciones pulsionales del complejo  de Edipo proceden las realizaciones más preciosas y socialmente las más significativas de la mente  humana, tanto en la vida del individuo como verosímilmente en la historia de la humanidad en general”. 



“En el complejo de Edipo se encuentra el origen de la religión, de la moral, de la sociedad y del arte, y eso en plena conformidad con la tesis psicoanalítica según la cual este complejo forma el núcleo  de todas las neurosis”. 

La refutación de los neurólogos:
Ya habíamos visto que el hipotálamo no se desarrolla tempranamente; que no hay nada que indique sexualidad, y por ende, no tiene sentido hablar de ella.

La refutación de los antropólogos:

Lévi-Strauss: En “Las estructuras elementales del parentesco” (1949) nos dice que “el incesto es socialmente absurdo antes de ser moralmente culpable”, en tanto supone que la prohibición de éste implica más que nada el reverso: la obligación de la exogamia, en tanto el intercambio de mujeres entre grupos favorece las alianzas y la colaboración.

Westermarck: Ya en época de Freud, Westermarck enunciaba el efecto que lleva su nombre: concluía que nadie sentía atracción sexual por aquellas personas con las que había compartido su infancia. Este rechazo natural al incesto puede ser un claro factor evolutivo, puesto que la consanguinidad aumenta gravemente el peligro de malformaciones y enfermedades congénitas.


Arthur Wolf:  Vendría a confirmar ampliamente el Efecto Westermarck, luego de investigar más de 14.000 casos de matrimonios en Taiwán, en los que los futuros cónyuges debían convivir desde niños (matrimonio mayor), o sólo se conocerían de adultos (matrimonio menor), hallando una clara relación entre uniones fracasadas y el matrimonio mayor.  Su conclusión es que "Lejos de concebir una atracción sexual por miembros de la misma  familia, los niños desarrollan una fuerte aversión sexual como resultado de la  asociación inevitable”.
En: “Childhood Association, Sexual Attraction, and the Incest Taboo: A Chinese Case.” American Anthropologist 68:883–98, de 1966.
     “Childhood Association and Sexual Attraction: A Further Test of theWestermarck Hypothesis.” American Anthropologist 72:503–15, de 1970
 
Aquí pueden leer un poco sobre esto:


Malinowski: Investigó las relaciones de parentesco en las Islas Trobriand, donde los niños eran criados por la familia materna, y la figura paterna era actuada por uno de sus tíos, de modo que no había parte masculina con la cual competir por el acceso sexual a la madre. Esto desmoronaba la supuesta universalidad del complejo.
Contestó específicamente al Complejo de Edipo en:
“Sexo y represión en la sociedad primitiva”, de 1927


La Refutación de los sociólogos:

Los sociólogos Lionel Tiger y Joseph Shepher estudiaron más de 2700 casos y gran cantidad de datos administrativos procedentes de los kibutz, en los cuales los niños se crían en común, por una nodriza, sin tener mucho contacto con los padres. El resultado seguía siendo que la familiaridad durante la infancia influía luego en una indiferencia sexual.

 Shepher, J. "Mate selection among second generation kibbutz adolescents and adults: Incest avoidance and negative imprinting” (1971).


Leavitt llega a una interpretación diferente de los datos, y acentúa la influencia de factores educativos en el rechazo al incesto. Aún así, no hay ni siquiera la sombra del Complejo de Edipo:
Leavitt, G.C. ,“Tylor vs. Westermarck: Explaining the incest taboo”. Sociology Mind, 3, 45-51.
(2013)


La refutación de los biólogos:

Además del contenido evolutivo en el Efecto Westermarck, aparentemente un sistema inmunológico similar entre la pareja implicaría una mayor vulnerabilidad ante las infecciones.

Lieberman, D.; Tooby, J.; Cosmides, L. , "Does morality have a biological basis? An empirical test of the factors governing moral sentiments relating to incest” (2003).


También la obligación de la exogamia se da en los monos, que no tienen lenguaje, ni órdenes simbólico-lacanianos:

Arthur P. Wolf and William H. Durham (Editors), “Inbreeding, Incest, and the Incest Taboo: The State of Knowledge at the Turn of the Century”, Stanford University Press (2004).


La refutación de cualquiera que haya visto de lejos un manual de lógica:

La doble formulación del complejo lo convierte en infalsable. Veamos cómo Freud formula su hipótesis, en “El yo y el Ello” (1923):
“Da la impresión de que el complejo de Edipo simple  no corresponde a la situación más frecuente. [...] Muy a menudo, un examen en profundidad saca a  la luz la forma más completa del complejo de Edipo, que es doble: una forma positiva y una  negativa, dependiendo de la bisexualidad original del niño. Eso significa que el niño no tiene  solamente un actitud ambivalente frente al padre y una elección de objeto tierno con respecto a la  madre, sino que se comporta al mimos tiempo como una niña, que manifiesta la actitud femenina de  ternura por el padre y la correspondiente actitud de hostilidad celosa con respecto a la madre”.

Es decir, la hipótesis predice todos los comportamientos posibles: Haga lo que hiciere el niño, el Complejo de Edipo se confirma. Por muy seductor que pueda parecer este mecanismo, es algo que lo eyecta fuera de la ciencia, e incluso fuera de la sensatez. Voltaire se burlaba de las predicciones  afirmando que si dos hombres decían, uno, mañana lloverá, y el otro, mañana no lloverá, inevitablemente al otro día tendríamos a un profeta. Pues bien, Freud es esos dos hombres al mismo tiempo.
De paso podemos refutar también esto, que pretende explicar el apego común a los mamíferos superiores por “el mágico poder del sexo”:

“La atracción sexual actúa también, generalmente, sobre los mismos padres, haciendo que por un rasgo natural prefiera y proteja la madre a los varones, mientras que el padre dedica mayor ternura a las hijas, conduciéndose en cambio ambos con igual severidad en la educación de sus descendientes cuando el mágico poder del sexo no perturba su juicio”.
(Freud, “La interpretación de los sueños”, 1899).

Una sola palabra: Prolactina, hormona reconocida por ser un inhibidor sexual.



5 comentarios:

  1. Soy psicoanalista. Me gustó el artículo por que contiene dudas muy puntuales y pertinentes que cada psicoanalista debería tener en cuenta, cosa que no es la más frecuente. Me parece que estos ataques contra la disciplina analítica podrían ser más efectivos si se disminuyera el tono socarrón y difamatorio, pues la argumentación es interesante por si misma pero esa rabia le quita seriedad. Quizás esa rabia amerita a su vez un análisis y una valiente publicación. Saludos.

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    1. No es rabia. Es sarcasmo ante tal grado de ridículo. Suele ser habitual ese tipo de humor en las personas críticas ante afirmaciones religiosas o equivalentes como en este caso. Y la verdad, me atrevo a hablar por mí y otros, que esos detalles se disfrutan mucho.

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  2. Y ahí le contestamos lo que una vez leí: "Muchos hablan con acierto de física cuántica y nunca fueron acelerador de partículas". Después nos reímos y disfrutamos la superioridad intelectual, ya que por cada psicoanalista per cápita que haya, somos un poquito más inteligentes que la media poblacional. Wiiii...

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  3. Eso me recuerda bastante a lo que suelen decir los sacerdotes cuando les dices que no tienes fe en dios: "Si rezas a Dios pidiéndole fe, te la dará". Claro, lógico... pero ¿por qué iba a hacer eso si soy ateo?. Pues lo mismo, no crees en el psicoanálisis por una resistencia, si te psicoanalizas durante un par de años, ya verás como cambias de idea...

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